En el marco del Día Internacional de las Mujeres, desde la Red Feminista Antimilitarista nos sumamos a las miles de mujeres que hoy saldrán a las calles para exigir vidas libres de violencias, así como el pleno acceso y ejercicio de derechos para todas. Si bien nuestras reivindicaciones son tan diversas como lo somos nosotras, nos parece importante enfatizar que todas ellas se ven atravesadas (y amenazadas) por la creciente militarización que vive nuestro país. ¿Por qué lo decimos?
La estrategia de militarizar la seguridad pública, cuya intensificación venimos arrastrando desde 2006, no ha cumplido con sus supuestos objetivos de reducir la violencia y la inseguridad y, por el contrario, ha llevado a un aumento de los homicidios, desapariciones forzadas y quejas por graves violaciones a derechos humanos. A pesar de ello, el poder, las funciones, los recursos y la autonomía de las Fuerzas Armadas van en ascenso. Si antes nos decían que tener a los militares en las calles era necesario para velar por nuestra seguridad, ahora nos venden su presencia en
cada vez más ámbitos de la vida pública como la única solución para todos los problemas del país.
Sin embargo, vemos que la violencia persiste y que a ésta se le han sumado descubrimientos de espionaje, corrupción, impunidad, abuso de poder, aprovechamiento de recursos económicos e invasión de facultades por parte de los cuerpos castrenses. Y esto es posible por la falta de controles para su actuar: las Fuerzas Armadas no rinden cuentas y actúan desde la total opacidad.
Por ejemplo, de acuerdo con datos de la ENDIREH 2021, tan sólo entre octubre de 2020 y octubre de 2021, alrededor de 68,268 mujeres reportaron haber sido agredidas física, psicológica y sexualmente por parte de elementos de las Fuerzas Armadas. Y la cifra de mujeres detenidas por militares y marinos que han sufrido violaciones, golpes, acoso y heridas en órganos sexuales, aumenta año con año. ¿Es así como nos cuidan? ¿Por qué seguir dejando en manos de la milicia nuestra seguridad, cuando son las propias Fuerzas Armadas las que nos violentan?
Si bien desde diversos sectores de la sociedad civil hemos alzado la voz sobre lo preocupante que resulta que las Fuerzas Armadas concentren cada vez más poder y atribuciones, la respuesta del Estado ha sido apostarle cada vez más a la milicia. El dinero público que se podría usar para un sistema universal de cuidados, para políticas de salud reproductiva o para políticas de igualdad y no discriminación, se destina a las Fuerzas Armadas. Muchas, si no es que todas, de las reivindicaciones que nos convocan hoy a marchar se ven afectadas por esta apuesta militarista, en la que las armas valen más que nuestros cuerpos y nuestros sueños a vidas plenas y libres de violencias.
Por todo lo anterior, hoy nosotras, nos sumamos a las voces y demandas de miles de mujeres y salimos a las calles por Martha Alicia Camacho Loaiza; María Marcelina Ramírez; Elda Nevárez; María Elena y María Cristina Martínez; Francisca Zenaida Martínez; Ana, Beatriz y Celia González Pérez; Delfina Flores Aguilar y Aurelia Méndez Ramírez; Mirey Trueba Arciniega; Victoriana Vázquez Sánchez y Francisca Santos Pablo.
Por Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú; Ernestina Ascencio Rosario; Rocío Irene Alvarado y Nitza
Paola Alvarado Espinosa; Brenda Orquidea Matuz Chacón; Naomi Nicole; Denis, Korina y Charlie.
Por las mujeres de Santa Cruz Tilapa, de El Rastrojo, de Loxicba, de Castaños.
Por los 43 estudiantes de Ayotzinapa, por Tlatlaya, por las migrantes y defensoras del agua violentadas por la GN.
Por las niñas de Cd. Lerdo, de Nocupetaro; por Heidi Mariana Pérez Rodríguez.
Por las mujeres trans que a diario son violentadas y discriminadas.
Por todas ellas, por las que nos faltan, por las que hoy aquí estamos y por las que vendrán después de nosotras.
Exigimos un alto a la militarización y a las políticas de guerra. Estamos ciertas de que otros horizontes son posibles y juntas ya los estamos imaginando.